- A manera de reconocimiento, el Ayuntamiento de Aguascalientes comparte un poco de la historia de don Juan, maestro matancero
Con paso lento pero seguro, de mirada sabia por los años y los ojos con lágrimas por los buenos recuerdos que ha ido acumulando durante 76 años de servicio en el Rastro Municipal…
Así es don Juan Ramos Palos, aguascalentense nacido en el año de 1929, que desde los 14 comenzó a trabajar como aprendiz en el Rastro, gracias a que su tío Francisco lo llevaba a las instalaciones que en aquella época se localizaban cerca del antiguo Hospital Hidalgo, entre las calles de Guerrero y Matamoros:
“Mi tío me llevaba para que le ayudara con los animales…”, cuenta don Juan, con una emotiva mirada.
Ya no recuerda en qué año se casó, pero con tristeza comenta que hace tres años quedó viudo. Sin embargo, tiene dos hijos: Juan y José, que lo han acompañado en su camino.
Don Juan goza de muy buena salud. Él lo atribuye a que no tiene “ningún vicio”, a su hábito de levantarse y dormirse temprano, iniciar y terminar el día con una taza de café y comer como se debe.
A manera de reconocimiento, el Municipio de Aguascalientes, a través de la Secretaría de Servicios Públicos, comparte un poco de la historia de don Juan, maestro matancero de varias generaciones, quien seguirá en este oficio hasta que la vida se lo permita, señala, levantándose a las seis de la mañana para trasladarse en combi hasta el municipio de San Francisco de los Romo (donde actualmente se encuentra el Rastro Municipal de Aguascalientes) y en el que todos los días es recibido, cuidado y muy consentido por decenas de amigos.
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