La producción de leche en México, muestra una tendencia permanente a la baja, a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994. En 23 años de vigencia comercial con EU y Canadá, la dependencia alimentaria en este producto es de más de la tercera parte –alrededor de 6 mil millones de litros anuales—mientras que alrededor de 600 mil pequeñas unidades productivas mexicanas, han desaparecido.
Hay desánimo de 150 mil pequeños y medianos productores, sobrevivientes de una industria rural forjada con mucho esfuerzo y trabajo por varias generaciones, incomprendida por el gobierno federal y de los estados, abandonada a su suerte, con apoyos a cuenta gotas, sólo para alargar su agonía, dijo el dirigente del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche, Álvaro González Muñoz.
Para los pequeños y medianos productores de leche del país, el 2017 fue negativo para su economía. Por una parte, debido al precio comercial castigado, equivalente al costo de producción o menos. Y por otra, debido a las excesivas importaciones de lácteos; han inundado el mercado nacional con subproductos baratos, pero no nutritivos.
"Estos desechos lácteos", dijo, convertidos en "leche en polvo descremada", provienen principalmente de Estados Unidos. En más del 80 por ciento de ellas, bajo el precio internacional de polvo de leche, el cual aquí se vende como si fuera leche natural, más sueros y otros extensores baratos y de baja calidad.
En el tiempo transcurrido de 23 años, la Secretaría de Economía ha considerado que, "si los lácteos son baratos en EU, hay que comprarlos", sin interesarle el contenido nutritivo y, sobre todo, ignorar que se trata de un producto que da empleo a más de dos millones de mexicanos y propicia trabajo permanente para empresas alimentadoras de la industria lechera, distribuidoras, comercializadoras de alimentos balanceados, infraestructura en general.
Por si fuera poco, se ha registrado una fuerte reducción en el volumen de compra por parte de LICONSA, que prefiere adquirir el producto a productores de otros países, contraviniendo el compromiso del Presidente Enrique Peña Nieto, de satisfacer las necesidades del Programa de Abasto Social, con leche de producción nacional.
Señaló que, por falta de recursos económicos, los pequeños productores han tenido que vender sus vacas a los rastros, hecho que ha impactado, al cierre de este año, en la quiebra de 4 mil 500 establos y disminución del número de vacas en el resto. Esto propicia la destrucción de la estructura económica y de la capacidad operativa.
Uno de los productos de gran demanda, dijo, es el queso. Para este año sobrepasará las 130 mil toneladas importadas, equivalentes a mil 300 millones de litros al año, a los que hay que añadir 5 mil 300 millones de litros de leche en polvo que se utiliza para adulterar la producción nacional
El dirigente destacó que el año 2018 será determinante para la suerte de más de medio millón de personas del sector productivo lácteo. La Secretaría de Economía, en su responsabilidad de negociadora del gobierno federal, parece que en las actuales negociaciones tanto del TLCAN como del Tratado Comercial con la Unión Europea, utilizará al producto leche como moneda de cambio para solucionar otros problemas que nada tienen que ver con la leche.
Por esta razón, dijo, el gobierno de Enrique Peña Nieto debe establecer con claridad las características de calidad que deben cumplir los productos que se están importando y comercializando en el mercado, para evitar una competencia desleal con la industria asentada en nuestro país y que no se defraude al consumidor con productos pirata.
La propuesta del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche para el 2018, apuntó, deberá de centrarse en la aplicación de un impuesto especial a los productos que no sean leche fresca y fluida, lo mismo que para quesos, yogures, mantequilla y crema.
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